Villanueva de los Infantes, el Lugar de La Mancha

“Llámese Villanueva de las Musas, y no de los Infantes Villanueva.”

En pleno corazón del Campo de Montiel se alza Villanueva de los Infantes, uno de los pueblos más bonitos de España. Pasear por sus calles es viajar al pasado y descubrir la historia viva de La Mancha, donde cada piedra y cada fachada cuentan siglos de vida, arte y cultura.

De Jamila a Villanueva de los Infantes: una historia con alma

Sus orígenes se remontan a la Edad del Cobre (hacia el 2000 a.C.), en la antigua población de Jamila, junto al río Jabalón. Con el tiempo, las aguas estancadas y la poca salubridad llevaron a sus habitantes a trasladarse a la aldea de La Moraleja, dependiente de Montiel y bajo la protección de la Orden de Santiago, protagonista de la célebre Batalla de las Navas de Tolosa en 1212.

En el siglo XV, La Moraleja ya superaba a Montiel en población, lo que llevó al Gran Maestre de la Orden a concederle independencia en 1421, bajo el nombre de Villanueva del Infante, en honor a don Enrique de Aragón y de Dos Sicilias. Años más tarde, adoptó el nombre actual de Villanueva de los Infantes, en reconocimiento a todos los infantes de los reinos peninsulares.

Plaza Mayor de Villanueva de los Infantes

Capital del espíritu manchego

El esplendor de Villanueva de los Infantes llegó en el siglo XVI, cuando Felipe II la proclamó capital del Campo de Montiel (1573), tanto a nivel político como eclesiástico. Su influencia se extendió por toda la región y, durante el Siglo de Oro, se convirtió en un foco cultural de primer nivel.

Por aquí pasaron Quevedo, Cervantes, Lope de Vega, y otros ilustres como Santo Tomás de Villanueva, Jiménez Patón o Francisco Cano, dejando una huella imborrable. Desde las primeras corridas de toros (1630) hasta su corral de comedias, Villanueva de los Infantes fue el alma cultural de La Mancha.

Un tesoro que se conserva

Sus calles guardan con orgullo la arquitectura civil y religiosa que da testimonio de su pasado. Gracias al trabajo del aparejador municipal Vicente Carricajo, en 1974 el casco histórico fue declarado Conjunto Histórico-Artístico, protegiendo sus palacios, patios y fachadas de la especulación y el olvido.

San Carlos del Valle, el Vaticano Manchego

A tan solo unos kilómetros, San Carlos del Valle te recibe con una plaza monumental que sorprende a todo visitante. Su Plaza Mayor, casi circular y perfectamente simétrica, se abre en torno a la impresionante Iglesia del Santísimo Cristo del Valle, una joya del barroco tardío con toques neoclásicos.

El templo, con sus cuatro torres y su gran cúpula central, domina el horizonte. Dos de sus fachadas muestran majestuosas portadas que merecen una visita pausada y una buena fotografía.

Un pueblo que invita a quedarse

Tras admirar la iglesia, detente un instante para contemplar la Plaza Mayor, de más de un kilómetro cuadrado. A su alrededor encontrarás el Ayuntamiento, la Casa del Cura y la Casa Grande de la Hospedería, construida en 1704 para acoger a los peregrinos.

Entre calles empedradas y fachadas de ladrillo, San Carlos del Valle mantiene intacto su encanto. Sus alrededores, cubiertos de un manto verde, son perfectos para hacer rutas como el Sendero de los Contrabandistas, que sigue el antiguo cauce del río Azuer entre encinas y sierras suaves. Un rincón sereno, lleno de armonía, donde el tiempo parece detenerse.

Las Lagunas de Ruidera – El Oasis de La Mancha

A menos de media hora en coche se encuentra uno de los paisajes más sorprendentes de Castilla-La Mancha: el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, un conjunto de dieciséis lagunas de aguas turquesas que forman un auténtico oasis entre las provincias de Ciudad Real y Albacete.

Las lagunas se conectan entre sí mediante cascadas, arroyos y saltos de agua, creando un espectáculo natural único. Este sistema de lagunas, separadas por barreras de toba y travertino, es uno de los humedales más bellos y valiosos de España.

Naturaleza, historia y aventura

En las Lagunas de Ruidera puedes visitar lugares míticos como la Cueva de Montesinos —donde Cervantes hizo descender a Don Quijote—, el Castillo de Peñarroya, la Cascada del Hundimiento o la Laguna del Rey, con su espectacular mirador.

Además de disfrutar del paisaje, puedes practicar kayak, paddle surf o senderismo, o visitar pueblos cercanos como Argamasilla de Alba, Tomelloso o Villahermosa.
Un entorno perfecto para desconectar y dejarte llevar por la belleza natural del auténtico corazón de La Mancha.

El Campo de Montiel – El alma de La Mancha

Cuna de historia, literatura y paisajes infinitos, el Campo de Montiel es mucho más que un territorio: es el corazón de La Mancha más auténtica. Sus pueblos, sus tradiciones y su gente conservan la esencia de una tierra inmortalizada por Cervantes y moldeada por siglos de cultura, arte y vida rural.

Pueblos con historia y encanto

Cada rincón del Campo de Montiel guarda una historia que contar. En Montiel, antiguo bastión medieval y sede del castillo donde murió Pedro I de Castilla, las piedras todavía susurran batallas y leyendas. Muy cerca, Villamanrique presume de su espléndido patrimonio renacentista y de su iglesia de San Andrés, una de las más bellas del sur de la provincia.

Almedina, con sus calles tranquilas y su aire noble, conserva restos de su pasado islámico y medieval, mientras que Albaladejo muestra orgullosa sus raíces íberas en el yacimiento de El Cerro de las Cabezas. En Cózar, la vida gira en torno a su plaza y su museo local, que rinde homenaje a los oficios y costumbres manchegas, y en La Torre de Juan Abad resuena la música del genial Francisco Guerrero, gracias al órgano barroco que aún se escucha en su iglesia parroquial.

Fiestas, sabores y tradiciones

El Campo de Montiel vibra al ritmo de sus fiestas. Durante todo el año se celebran romerías, ferias y procesiones que llenan de color las calles. Destacan la Semana Santa de Villanueva de los Infantes, declarada de Interés Turístico Regional, las Fiestas de Santiago en Montiel, las romerías en honor a la Virgen del Rosario o las fiestas patronales de cada pueblo, donde no faltan la música, los encierros ni las verbenas.

La gastronomía manchega es otro de sus grandes tesoros. En las mesas del Campo de Montiel no faltan los guisos de caza, las migas ruleras, el pisto manchego, los duelos y quebrantos, el gazpacho pastor, o el queso manchego artesanal acompañado de un buen vino con Denominación de Origen La Mancha. Un festín de sabores que habla de la tierra, el sol y la tradición.

Naturaleza viva y actividades al aire libre

Más allá de sus pueblos, el Campo de Montiel ofrece un paisaje de colinas suaves, encinas, olivares y valles donde el horizonte parece no tener fin. Es un destino ideal para los amantes de la naturaleza y el turismo activo.

Existen numerosas rutas de senderismo y bicicleta que atraviesan parajes como el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, el Valle del Jabalón, la Sierra de Alcaraz o el camino de Quevedo, que une varios pueblos de la comarca siguiendo los pasos del escritor. También se pueden practicar deportes acuáticos, observación de aves o simplemente disfrutar de la calma de sus caminos rurales.

El Campo de Montiel es, en definitiva, un lugar donde la historia se siente, la cultura se respira y la naturaleza se vive. Un destino perfecto para quienes buscan autenticidad, belleza y silencio, en el corazón eterno de La Mancha.

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