Años atrás, en el momento de la adquisición de esta propiedad, era una morada de tres habitaciones y techos de escayola, pasando desapercibida por todos los interesados en comprar una casa, morada o apartamento en unos de los pueblos más bonitos de España.

Arriesgando decidí hacer una oferta pero confiando en encontrar lo que busca, sitio céntrico y sabor a antigüedad con carácter infanteño. 

Fue una gran sorpresa cuando después de la adquisición comencé a hacer catas en el techo y paredes, ya que pensaba descartar los muros de adobe y abrir el espacio, y así fue, propiciando el gran descubrimiento de un artesonado con labrados ricos en decoración y lo más importante en un estado de conservación magnifico que con unos cuidados volvería a lucir como en los tiempos en los Quevedo o Lope de Vega pasaban su tiempo en la capital del Campo de Montiel.